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jueves, 29 de marzo de 2012

Un día normal...

Una mañana más sobre la misma mesa de siempre, sobre el mismo libro de siempre. Ya son las 7 am, ojalá Luis despierte pronto… Me pregunto, ¿qué nos esperará este día?

Cada día es una sorpresa, ¡con este muchacho uno nunca sabe dónde terminará! La vida de un “llavero” es algo complicada, aunque siempre cargo con las mismas llaves de siempre (la del edificio y el departamento) que ya se han vuelto amigas mías, pero por las tardes, a veces, me llenan de llaves de puertas un poco extrañas con las que no me nada llevo muy bien.

Déjenme contarles un día al lado de Luis. Generalmente empieza a las 7 am, pero a esa hora no intervengo todavía, es a partir de las 9, cuando él sale hacia la universidad, que me cuelga en su pantalón, al lado del bolsillo derecho (que es muy cómodo, dicho sea de paso) y comienza la aventura. Le ayudo a abrir las puertas del departamento y el edificio, y en 15 minutos estamos en la universidad. Mientras estamos allí permanezco quieto, aunque a veces creo que le incomodo y me pone sobre la carpeta, al cabo de 3 horas regresamos a casa, entonces yo aprovecho para tomar una siesta mientras él almuerza, se asea, etc., etc.  Una hora después volvemos a la universidad y se repite lo mismo de la mañana (2 horas más, dentro o fuera del bolsillo derecho).

Esta es la primera parte del día, a partir de aquí viene lo bueno. Después de la jornada en la universidad, llegamos a un edificio dónde le entregan las llaves de un cuarto que está lleno de instrumentos musicales, es aquí cuando hacen de mí lo que quieren. Al principio me dejan descansando, cómodamente, sobre una mesa que está al lado de un piano, pero después, me llevan, me traen, subo, bajo, abro puertas desconocidas, me prestan, me lanzan por los aires, me dejan caer al suelo, me tocan personas extrañas, TODO EL MUNDO ME MANOSEA y por si fuera poco a veces me han dejado olvidado en lugares oscuros y húmedos.
Termino exhausto pero sé que el día está por terminar cuando devuelven las llaves “desconocidas” y volvemos a casa (a eso de las 10:30) y me dejan descansando sobre el mismo libro de siempre, sobre la misma mesa de siempre. Ser un llavero no es sencillo, y menos si tienes que ser lanzado por los aires e inclusive olvidado, ¡pero en fin!

Más o menos estos son mis días al lados de Luis, ¿nada bonitos, verdad? Lo cierto es que me encantan, pues siempre tenemos nuevas experiencias y aventuras.

El "Llavero Palacios"

1 comentario:

  1. Luis, has logrado construir otra perspectiva de tu espacio cotidiano. Muy bien.

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